sábado, 25 de octubre de 2008

Callejones

Esto es sólo un proyecto de relato corto, van a ser tres bloques independientes sobre la autodestrucción. No se por qué pero a veces nos hacen tanto daño que sólo lo podemos superar con el dolor físico. Un combate entre la mente y el corazón, entre tu alma y tu cuerpo. Además estos días mi vida se llenó de hombres de verde y de callejones. Haber que os parece, no os cortéis y ESCRIBID. Y para acompañar la lectura tal vez Piano Magic y Elliot Smith. Siento que el otoño lo envuelva todo, incluso los relatos!


I

El baño, de un blanco impoluto, se fue llenando de salpicaduras rojas al ritmo de los golpes. Después un llanto suave y el sonido de un cuerpo que se desploma.

Estaba segura de que en aquel momento no quería morir. “vengo a hundirme y quiero que estés a mi lado para salvarme” le dijo, estaba enmarcada por el hueco de la puerta, tras ella un túnel infinito de oscuridad y un punto blanco al fondo, Apenas se mantenía en pie y le costaba hablar, tiritaba; el sudor había empapado su pelo y en el rostro se mezclaba con lágrimas y babas. Después se encerró en el baño.

-Está limpio, mi madre acaba de fregarlo -le dijo desde el otro lado de la puerta. Pero ella no le oía. Uno a uno dobló los dedos de la mano derecha hacia atrás, se fueron rompiendo con mucha facilidad, después se dejó caer sobre el borde de la pileta y la frente se le abrió dando comienzo la danza macabra de golpes y sangre. Pero ni siquiera entonces quiso morir.

Iba a ser difícil explicar por qué un ser humano es capaz de autolesionarse de esa manera, qué hechos pueden desencadenar tanta violencia. Su gata y ella pegaron un pequeño salto en el borde de un trampolín y después saltaron a la piscina trazando una pirueta perfectamente sincronizada, atravesaron juntas la barrera del agua hasta alcanzar el fondo de la piscina, subieron a la superficie guiadas por una hélice de burbujitas. Su amigo había conseguido echar la puerta abajo y se acercó corriendo con el teléfono en la mano.

A lo lejos el canto de una sirena.

II

-Ei? -gritó-, por qué violas así mi intimidad?

Pero por supuesto el hombre no pudo oirla. Volvió a pasar la linternita ante sus ojos y de nuevo las pupilas se cerraron.

-De verdad se hizo ella esto? -preguntó la enfermera.

-La policía así lo cree. Mira el mechón de pelo en la mano izquierda...

-Cómo está?

El médico acercó un silla y se sentó.

-Traumatismos, heridas abiertas, fracturas

-Paso el informe a psiquiatría?

-No.

-Pero...

-Sabes algo sobre la autodestrucción?... Tú fumas y sabes que no debes porque yo soy tu médico y conozco tu bronquitis...

-Tu también fumas.

-Ja! yo soy un especialista. -le contestó mientras miraba la línea oblicua de los ojos semiabiertos de la chica. -Me gusta esta chica.

-Mañana se lo digo a Diego...

El médico se encogió de hombros.

-Venga! si te pones así no le digo nada.

-Creo que le voy a dejar.

La chica dejó de limpiar la herida para mirarle de frente.

-Ya te dije que me gusta esta chica. Saldrá de esta.

III

En contra de lo que dice mi madre yo prefiero los callejones a las avenidas, me siento más segura paseando mi decadencia ante la suya propia. Perderme sin más. Esquivo los baches que se perpetúan como largas heridas y arrugas temporales. Los callejones te acogen y en su olvido tú también olvidas. Los busco y siempre fumo tranquilamente sin molestar y sin molestada. Es curioso: en los callejones todos hacemos lo mismo.

Hay uno en concreto que es mi favorito, uno que desciende desde mi casa al mar. En algunos tramos la maleza sólo te permite ver las luces más altas de las grúas, pero cuando llegas abajo y te vuelves es como un gran brazo curtido por el tiempo, asciende y más o menos a la mitad se dobla en un codo. Pienso por un rato en las cosas que me suelen decir y que han roto mis sueños y comienzo el ascenso fumando de nuevo.

El médico dobló el papelito y lo volvió a meter en el bolsillo de la gabardina roja.

2 comentarios:

cristaringirl dijo...

Me ha gustado muchísimo esta entrada. El tema de la autodestrucción me toca especialmente la fibra sensible, y sobre todo con la primera parte has conseguido transmitir unas sensaciones muy auténticas. Gracias por el texto.

Zadelia dijo...

Recibí un par de correos relacionados con esta entrada, impresiones muy duras, dolorosas y acabé por creer que nadie se iba a atrever a decir nada en público. Se que va más allá de la tristeza, es duro, claro que es duro y escribirlo fue un parto de esos que no olvidas. Me alegra muchísimo que te haya gustado, pq cada palabra que escribo tiene no tanto la intención de gustar sino de la de hacer sentir. Los textos deben transportarte, llenarte de felicidad o de desdicha... pero si los lectores no sienten nada... estamos acabados como escritores noveles. Un besito y haber si te animas y también compartes YA!