lunes, 29 de septiembre de 2008

Cristaringirl, escondida tras la espuma


Cappuccino, sin duda alguna.

Servido en una enorme taza negra, del color que absorbe la luz, el color de la discreción, de la prudencia, como una sombra que se esconde en la retaguardia e intenta seguir los pasos de aquellos capaces de emitir su propia luz.

A primera vista no es más que espuma. Una densa nube de leche rematada por un par de dulces toques de cacao, sencillamente espolvoreados, sin plantillas decorativas ni rebuscados adornos en forma de corazón. Al beber puedes sentir las burbujas estallando contra tus labios, y parece que lo único que vas a obtener de esa bebida es leche y aire, pero entonces levantas un poco más la taza y una intensa oleada de café irrumpe en la suavidad de la crema que inunda tu boca. Devuelves el recipiente a su posición inicial y el café se repliega de nuevo, escondiéndose bajo el cómodo manto de espuma que lo protege.

Y aunque no lo parezca, tú ya sabes que bajo esa espesa bruma espera un aromático café, caliente y reconfortante.

Solo hay que saber inclinar la taza.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Chimenea de Hadas. SHIRLEY


Shirley siempre va y viene con el pelo revuelto.
Por la mañana las legañas se encargan de esconder sus ojos rasgados.
Me mira sin decir nada, espera paciente a que saque mi galleta de la bata y se la entregue: comienza el ritual.
Le tomo la mano para que me acompañe al baño. Allí le lavo la cara, peino su cabello salvaje y le echo colonia mientras se toma la galleta. Después ella sabe bien lo que va a suceder y siento cómo empieza a ponerse nerviosa.
Me acerco a ella, despacio, mirándole a los ojos, abro la boca como Júpiter devorando a sus hijos y me como a besos y mordiscos todo su cuerpo.
Intentan apartarme de ella sus manos menudas, cree que puedo herirla y mientras espera que esto pueda suceder, el eco de su risa inunda el baño de música celestial.
No digo nada porque ya lo sé todo, sólo sonrío y vuelvo a besarla y a morderla para hacerle más cosquillas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

La Hechicera Pichuca


Soy un café en grano.
Puro, de buen origen y gran aroma.
Siempre dispuesta y pendiente de etiquetar.
Instrucciones de uso: primero, molerme bien y después, tomar al gusto...
Y a mí, como más gusto me da es cuando me toman con sal -sí, con sal-, y es que a veces necesitaríamos montañas de café con sal para escupir lo que llevamos dentro. Dejamos de existir sin haberlo dicho todo.
La comunicación es compleja. Palabras, miradas, gestos y nuestra postura corporal se entremezclan en un baile que nos acompaña mientras, por ejemplo, tomamos un café.
Cuenta una leyenda que un pastor observaba cómo sus cabras saltaban excitadas y llenas de energía después de comer los frutos rojos y las hojas de unos arbustos. Ante tal misterio, el pastor decidió llevar algunas ramas y frutos al Abad de un monasterio, el cual, cocinó la mezcla.
Al probar el amargo sabor que producía la bebida arrojó al fuego el cuenco produciéndose al instante un aroma embriagador.
Fue ese aroma lo que inspiró al Abad a hacer una nueva bebida: café tostado.
Yo también salto excitada y me lleno de energía con una taza de café y eso sí, en buena compañía, porque no me tomo un café con cualquiera.

camarero 1-bis

Sobre la mesa le espera una nota: "papá, necesito 20 euros", sin un buenos días, sin un por favor, un hola o un gracias. Su hija se había hecho mayor, se alejaba de él... qué lejos quedaban los tan mitificados lazos de unión padre-hija. Se puso el abrigo y dejó el billete de 20 sobre la nota; se le habían quitado las ganas de desayunar, se tomaría el café en el bar.

Ese día no cogió el metro, tres paradas no eran nada. Incluso se desvió dando un rodeo. Pasó frente al edificio que tanto le gustaba, aquel en el que vendían un ático que imaginaba maravilloso. Si se daba prisa podría tomarse un café enfrente. Un anciano que llevaba un paquete de una pastelería estaba levantando la reja de su bar, se ofreció ayudarle.

-Buenos días joven -le dijo. y el anciano sonrió.
-Gracias -, después desconectó la alarma y encendió las luces- ¿qué va a ser?
-Un café con leche largo de café, en vaso y con leche templada. Me lo tomaré en la barra.
-Tardará unos cinco minutos, la máquina aún está fría.
-Lo sé. Yo también tengo un bar... -su ojos concentrados en las manecillas del reloj, sobre la cabeza albina del hombre. 

El día antes le había dicho a la gallega, que desde niño veraneaba al sur de Galicia, concretamente en Bayona. No sabía muy bien que pensar de aquella chica que aparecía cada dos o tres mañana con su aire cargado de sal y de morrinha. eso a veces le llenaba de felicidad y otras de un odio inexplicable. Lo que no le dijo es que ya hacía tres años que no iba a Galicia, que su mujer le había abandonado y que ahora vivía con un constructor de barcos. 

Tal vez si por un instante pudieran intercambiar su roles, si ella le sirviera un café y él esperase con cara de adicto. Entonces sí. "Desde niño veraneo al sur de Galicia... pero ahora ya no... Mi mujer me abandonó... ... son cosas que pasan." Y ella le miraría con los ojos tristes capaces de entenderlo todo. Y atravesaría la barra y le abrazaría y él podría llorar en su hombro. La escena se había desdibujado, un camarero no consuela a los clientes con abrazos; sus armas son la palabra y con suerte, las sonrisas.

-Me gusta mucho ese edificio -dijo mirando al otro lado de la calle-. ¿No sabrá cuando quieren por ese ático?
-Ni idea. Antes todos los días media docena de personas preguntaban por él. Ahora, sin embargo ya hace casi un mes que nadie viene por aquí...
-La crisis.
El anciano le dio la espalda y se puso a hacer el café. Los dos guardaron silencio.

viernes, 26 de septiembre de 2008

camarero 1

La luz dorada del otoño, el recién estrenado frío, el ruido de las pisadas sobre las hojas secas... no eran más que los bostezos de la ciudad. Madrid se despereza y ella camina deprisa. Son las 8:45, tiene el tiempo justo para el segundo café del día.

Aquella mañana no quería conversación, y ese es uno de los motivos por los que siempre entra en el mismo bar, porque si quiere conversación el camarero le habla, si está triste le añade un extra shot de café, pero hoy... no quiere hablar.

-Tu cafecito, guapa.
-Vale. Gracias.

Eso es todo, eso basta. Y es que de la misma forma que "la palabra" puede ser un consuelo blando, mullido, también puede atravesarte de lado a lado y dejar a su paso un olor a carne quemada y a pólvora.

Si que iba a ser cierto que son "malos tiempos para la lírica", como le dijo hace poco un amigo, si, muy malos tiempos. Las palabras se han transformado en cuchillas afiladas, que al agitarse sobre su cabeza la deslumbran con su brillo metálico. Sus queridas palabras la han herido y hoy solo cabe el silencio y un poco de cafeína.

Pero volviendo al camarero, al amigo sin nombre que sabe tanto de su profesión, tan abierto y cordial, tan discreto... Un día, él le dijo que desde niño veraneaba al sur de Galicia, aquel día a ella se le escapó una lagrimita.

martes, 23 de septiembre de 2008

nihara _ génesis _ parte 2 : relato café


Arrojó la taza contra los azulejos.

Bajó la vista, pero no había ni rastro de café. Su ira era tan certera como la percepción que tenía de haberlo tirado. Con una ligera conmoción, repasó mentalmente lo que acababa de pensar y hacer, pero por más que se observaba, seguía con el café en la mano.
Lloró.
Todo continuaba dentro de su cabeza, incomodándole y abrumándole. El cansancio no le dejaba pensar.
Bebió y lloró.
Cómo pudo equivocarse así, imaginando tardes de complicidad, con la seguridad de quien se sabe referente de semejante confianza. Ahora las noches vividas le parecían lejanas, el sexo sudoroso y los murmullos oscuros resonaban como un grifo que gotea.
Miró el café y lloró.
Lo saboreó como si fueran sus propios pensamientos.
Apreció el dulzor y la acidez. Se sintió cobarde.
Y dejó escurrir la taza entre sus dedos.

Moneka

Si fuese un café me pasaría la vida deseando ser un té, pero no una de esas bolsitas en las que las ilusiones quedan aprisionadas, sino un “gran señor” que flota libre en una tetera de barro

Hay magia en una taza de té, en el ritual imprescindible para conseguir un “té de verdad”, en el cuidado y el cariño necesarios para conseguir una mezcla perfecta que calme el espíritu y despeje la mente. Así me gustaría ser: libre, con el corazón en calma y la cabeza a 1000 por hora.

Sólo me falta poder mirar a mi hija a los ojos y decirle que es cierto, que la magia existe de verdad, sin remordimientos, sin dudas, sin complejos. Ese día sere, al fin, libre.

Traducido de: http://meigamoneka.blogspot.com/2008/09/se-fose-un-caf.html

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Zadelia


Torrefacto, de esos de 70/30 como poco! creando por ello adicción o autentica repulsión. Siempre a punto, sin azúcar, solo o con un chorrito de leche, calentito y a punto para quien desee que le reconforten o le espoleen.

La palabra "descafeinado" sería la única que borraría del diccionario cafetero, porque en la teoría vital de mi pequeño universo todo se mueve con cafeína.

Cafeína para despertarse o antes de dormirse, para trabajar, para sofocar decepciones, para celebrar o para olvidar. La cafeína es mi partícula elemental.




sábado, 13 de septiembre de 2008

nihara _ génesis _ parte 1 : "si fuera un café"


Sería ..o un café sólo, o un café con leche hiperclarito.


Los extremos se mezclan y prevalencen aleatoriamente.

Un café sólo, que deja un regusto amargo y concreto, no pasa desapercibido, pero está sólo, sin compañía, a veces quizá una mezcla con licor que le desinhiba, pero sin llegar a socializar nunca del todo.

Un café con leche hiperclarito, claro como las palabras dichas directamente, sin tapujos, sin miramientos, que a veces duelen y a veces calman.

Extremos, así soy yo. Tranquilamente impredecible


Génesis

Hola miembr@s! llevo días dándole vueltas a nuestro café: pensando en el punto de partida. Y es que ésto, como todas las actividades artísticas se parece mucho a un parto. He gestado mucho tiempo... no se si el suficiente pero se me han ocurrido dos cosillas.

La primera es acerca de la presentación, sí, tal y como dice la dama sería genial que nos presentásemos. Pero... ... ¿cómo?... ... entonces vi el post de la foto de niharaqurv y eso de ¿hace un café?... todo apareció entonces como un gran puzzle del que sólo tenía dos piezas: presentación y café (como bebida y también como metáfora, como ese lugar dónde juntarnos para disfrutar de la escritura y de la lectura).

Y se me ocurrió que podríamos hacer una pesonificación de qué café y qué libro seríamos, con cuál nos identificamos. Porque no es lo mismo un café americano que uno solo; ni un ensayo que un relato corto... Por lo qué propongo un ejercio-presentación de ese tipo, a la vez daría pie a una pequeña encuesta presentación para los visitantes a los que le apetezca un café.

Y la segunda, para comenzar con la creación literaria quizá un relato breve sobre el café. Que cada cual lo enfoque como quiera. Sin extensión determinada, totalmente libre.

Espero vuestra opinión.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Intruso




Hace exactamente un año, martes por la noche, con todas las tareas hechas y dispuesta a relajarme un rato. Enciendo el ordenador y tras una rápida mirada a los correos, busco un blog, y me quedo fascinada con sus fotos. Estaba realmente concentrada. Las ventanas abiertas para ventilar la casa. Se respira una inmensa tranquilidad. Son casi las doce. De pronto algo suave me roza el pie izquierdo, miro, y … GRITO. Se me paraliza el cuerpo. Huye despavorido hacia mi habitación. Como puedo, me levanto de la silla y cierro la puerta. Me lleva un rato recuperar la respiración. El susto no se me va de la cabeza. Antes de saber qué era, veo a un bicho gris peludo corriendo… UNA PESADILLA. Entonces toca entrar y conseguir que se marche por donde ha entrado (la ventana que comunica con un tejado). Está debajo de la cama. Yo aparentando tranquilidad, voz dulce y cariñosa, gestos muy lentos, intento mostrarle el camino, la silla y de ahí a la ventana. El corazón me va a estallar. Me mira asustado, con su carita gris a manchas. Es una monada, pero tomo mis precauciones por si tras mi aullido de pavor, está más aterrado que yo, y me lanza un zarpazo defensivo. Se acerca, pero no se decide, y, una y otra vez vuelve al refugio. Abro el armario y saco un chal de lana, lo llamo y lo agarro suavemente. Muy manso, se deja hacer, y ya con mucha más calma le explico que se tiene que ir, lo coloco con cuidado sobre la parte exterior, y cierro de inmediato.
Todavía muy acelerada, reviso toda la casa palmo a palmo, por si ha venido acompañado. Parece que no. Cierro todas las ventanas, TODAS. Apago el ordenador (ya es muy tarde) y me acuesto, pero la verdad es que no puedo conciliar el sueño. Pienso en el rato que ya llevaba el gatito en casa. De hecho yo había escuchado “algo” muy cercano, pero siempre pensando que era fuera. Pretendía que yo apartara los ojos de la pantalla para mirar su cara de bueno, compadecerme y darle un delicioso manjar o mimitos.
¿Y si de noche, de repente, saltaba algo sobre la cama…? ¿Había entrado en otras ocasiones? Qué horror. Sé que es muy irracional, pero la oscuridad no favorece… Vivía mis peores monstruos infantiles y con una edad en la que parece que ya no deberían existir.